Distensión y
Crisis
Cuba había sido un país estrechamente ligado a los
intereses norteamericanos desde su independencia de España en 1898. La
revolución de Fidel Castro en 1959, que en un principio no se definía como
comunista pero que tenía una clara orientación nacionalista, comenzó a tomar
medidas que lesionaban los intereses estadounidenses. La reacción de Washington
fue inmediata: ruptura de relaciones en 1961, imposición de un bloqueo
económico, excluyó a Cuba de la OEA (Organización de Estados Americanos) y
organizó, mediante operaciones secretas de la CIA, una fallida invasión de
emigrados anticastristas en Bahía de Cochinos o Playa Girón en abril de 1961.
En ese
contexto, el régimen de Fidel Castro viró hacia el alineamiento con el bloque
soviético y el establecimiento de una dictadura comunista en la isla.
En octubre de 1962, aviones espías norteamericanos
U2 detectaron la construcción de rampas de misiles y la presencia de tropas
soviéticas. El 22 de octubre, con el apoyo claro de sus aliados occidentales,
Kennedy toma una medida de gran dureza: establece una "cuarentena
defensiva", es decir, un bloqueo de la isla, desplegando unidades navales
y aviones de combate en torno a Cuba. Si los navíos soviéticos intentaran
forzar el bloqueo, el conflicto armado entre los dos superpotencias estaba
servido.
Fue el momento de la guerra fría en que más cerca
se estuvo del enfrentamiento directo entre la URSS y EEUU y de la hecatombe
nuclear. Finalmente, tras negociaciones secretas, Kruschev lanza una propuesta
aceptada por Kennedy: la URSS retiraría sus misiles de Cuba a cambio del
compromiso norteamericano de no invadir la isla y de la retirada de los misiles
Júpiter que EE.UU. tenía desplegados en Turquía.
El mes
siguiente la URSS desmonta y repatría su material bélico ofensivo y EE.UU.
levanta el bloqueo.
La rápida solución de la crisis muestra la eficacia
de la estrategia de la disuasión (la amenaza del holocausto nuclear frena el
aventurerismo de las potencias) y la importancia del diálogo ente las dos
superpotencias. En ese momento se instala una comunicación directa entre la
Casa Blanca y el Kremlin para mejor desactivar cualquier crisis o malentendido:
el "teléfono rojo".
Tras la crisis de Cuba, la coexistencia pacífica
toma plenamente carta de realidad. La coexistencia entre los bloques se
compatibiliza con la cohesión interna en ellos. Por un lado, Macmillan y De
Gaulle no dudan en apoyar incondicionalmente a Kennedy; por otro, la Cuba de
Castro se convierte en un fiel aliado de Moscú a cuyos intereses expansionistas
va a servir en los años setenta enviando cuerpos militares expedicionarios a
Angola, Mozambique o Etiopía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario